No hay nada más extraordinario para un hombre que se diga de él: “Así como vivió, murió “: haciendo el bien, y haciendo lo agradable delante de Dios. Podemos decir que ha valido la pena nuestra vida, cuando al morir no simplemente tengan de nosotros bonitos recuerdos que se van esfumando con el tiempo, sino que hayamos dejado un verdadero legado.
UNA VIDA QUE DEJA HUELLAS DE TRASCENDENCIA ETERNA:
Tiene una victoria privada
· Predica lo que vive. Es modelo, molde y ejemplo consistente de vida y acción, lo cual genera credibilidad y confianza, empezando por su familia y personas más cercanas.
· Mantiene una vida privada dinámica, conservando el equilibrio y proveyendo seguridad, compañía, amor y dirección a su familia.
· Tiene una adecuada actitud de servicio; es humilde y enseñable.
· Tiene un profundo autocontrol y una vida centrada en principios y valores.
· Crece permanentemente en una vida de fe.
Su obra trasciende
· Se sabe un ganador y vive para ganar.
· No se aferra a nada, así que vive con generosidad y libertad: “DA”.
· Disfruta la prosperidad integral para sí mismo y para otros.
Empiece a partir de hoy a trabajar en ello; Viviendo de tal manera delante de Dios, que sus hijos, su familia y quienes estén a su alrededor, conserven no sólo un recuerdo que se diluya con el tiempo, sino una herencia grabada en lo profundo de sus corazones, imposible de borrar.