Las personas tenemos hábitos que luego
se vuelven modo de vida y que son el resultado de un proceso de aprendizaje.
Aunque existen hábitos constructivos y benéficos, también existen otros
dañinos, que deterioran nuestra vida y a quienes están nuestro alrededor. Esos
hábitos dañinos esclavizan a las personas, las cuales quieren ser libres, pero
no logran hacerlo a pesar de sus esfuerzos. Tales conductas dañinas las
llamamos ataduras.
Las cadenas de la esclavitud se
materializan a partir de los primeros e imperceptibles sometimientos. Cada
nuevo sometimiento se convierte en otro eslabón para formar una atadura. En el
caso del alcoholismo, por ejemplo, se comienza con un traguito mensual, luego
una botella semanal, luego cada tercer día, hasta que finalmente es diario y
botella tras botella.
Todas las ataduras están basadas en
mentiras, argumentos y razonamientos que defienden las causas por las cuales
estamos aferrados a esa costumbres dañinas; algunos hasta dicen, “esto lo dejo
cuando yo quiera”, sin embargo, siguen atados y hasta la vida se les va en lo
que saben que los destruye.
·
Cómo
se forma una atadura
-
Se comienza por un
pensamiento
-
Ese pensamiento se
vuelve deseo (emoción)
-
La acción que se
repite se vuelve hábito
-
Los hábitos se
vuelven ataduras (modo de vida)
·
Cómo
ser libre de una atadura
Salir de una esclavitud
requiere de alguien capaz de entendernos, acompañarnos y guiarnos aún más allá
de la muerte. Sólo Jesús puede hacer libre a una persona esclavizada. Por
consiguiente, entre más clara sea la visión de Jesús y de lo que hace por
nosotros, más sencillo y fácil será depender de él, permitiéndole sanarnos a
través de un proceso, que por supuesto, no será fácil, pero que requiere de
nuestra disposición y entrega total.
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