Cuando la
hostilidad se enfoca hacia nosotros mismos se va en dos direcciones; hacia
nuestras emociones y hacia nuestra mente.
Cuando la
hostilidad va hacia nuestros sentimientos o emociones aparece la ira, ansiedad,
depresión. Cuando la hostilidad está orientada hacia nuestra mente, aparecen
pensamientos obsesivos, fantasías, nos sentimos perseguidos y experimentamos
esa sensación de fracaso en todo lo que emprendemos.
Esta es la
situación más dañina para nosotros, pues los pensamientos nos acusan, las
reflexiones sobre nuestras acciones terminan dejándonos en completo estado de
ansiedad, desesperación y experimentando que la vida pesa demasiado.
Ante este
panorama la vida se hunde en la más profunda oscuridad. ¿Cómo salir de un
estado tan penoso? ¿Cómo experimentar paz, cuando ni siquiera deseamos que nos
consuelen?
¿Quién puede rescatarnos de un estado tan
deplorable?
Una situación
como la descrita anteriormente requiere de un sobrenatural poder; penetrar
hasta las fibras más sensibles de nuestro ser; entrar a nuestro pasado para
sanar las heridas que hoy continúan lastimándonos; quitar de nuestros hombros
el pesado yugo de culpas por nuestros errores; dejar de mirar y temer a
nuestros verdugos. En fin, dejar atrás el dolor, el rechazo, dejar de sentirnos
parias y desafortunados en medio de otros que demuestran sus triunfos y logros aparentemente
espectaculares.
De muchas
maneras Jesús manifestó el deseo de cambiar nuestro
destino, sólo le daremos dos expresiones del mismo ofrecimiento, que hoy sigue
trasformando los destinos de quienes lo aceptan:
·
Solo Jesús puede
hacer un hombre o una mujer nuevos, así se lo manifestó a un importante fariseo
y maestro de la Ley: “Lo que es nacido de
la carne, carne es; y lo que es nacido del Espíritu, espíritu es”
·
Esto mismo le expresó
de otra forma a uno de los dos ladrones que creyó en él, en los últimos
momentos de su vida: “De cierto te digo
hoy estarás conmigo en el paraíso”
Hoy usted
puede disfrutar de un paraíso, aceptando un tratamiento garantizado por más de
dos mil años de resultados milagrosos.
El tratamiento
implica renovar la mente llena esquemas inamovibles, y comprobar así el
extraordinario deseo de Dios para nosotros.